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domingo, 13 de marzo de 2011

Nada

Dos cabras cayeron en mi cabeza justo esta tarde. Dos cabras y nada más. Una era roja y me vio con ojos de fuego. Otra era negra y no pude ver sus ojos. Y es cierto. Lo dice FRATER. Estamos aterrados. Estás aterrado. Agárrate tan duro como puedas del juego del círculo en el cuadrado y seguirás aterrado. Encuéntrate a ti mismo. Anda. ¡ve! Y no habrás dejado de estar aterrado. ¿Qué parte de ti escucha estas palabras? ¿Cuál yo te la dicta? ¡Cuál es el yo que escucha? Abraza la idea de lo absurdo y muere. Y púdrete junto con ella.
Nada es que no pueda ser otro.
Nada soy que no pueda ser otro.
No hay en el mundo urgencia suficiente que pueda conjurar para demostrar lo absurdo de nuestras mentiras. Lo absurdo de nuestras historias. ¡Quieren que yo sea el mismo yo todo el tiempo! Me piden que me abrace (oh definitiva causalidad del universo) que algo sea mientras yo soy al mismo tiempo.


Comemos preguntas y cagamos respuestas.

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