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lunes, 17 de enero de 2011

Amor por muerte.

Algunas veces en la vida uno comprende que todo es terriblemente sencillo, ocasiones que son muy poco cataclismos, más bien una tranquilidad, una idea invade la cabeza, a veces, con serenidad uno entiende qué poco importan los desvaríos del futuro, todas las vestiduras, las historias que uno se cuenta a sí mismo, la culpa, las palabras, las batallas, lo mejor y lo correcto; hay veces pues, que se planta ante nosotros con claridad la muerte. La muerte nunca deja de ser inminente, es precisamente la sombra de la muerte la que nos incita a guarecernos en nuestra somnoliencia de historias, objetos y reconocimientos. Sin embargo no es la única solución, el mundo, nuestro mundo es terriblemente sencillo, la vida de uno, de cualquiera, siempre se reduce a una pequeña palabra, amor. Todo aquello que nos ata bellamente al sinsentido del mundo, y es un término muy grande, son besos (nunca los convencionales), sonrisas reales, el placer de la música (que es tan grande), el fenómeno del entendimiento, la comida, el sol, el placer de cuando (aunque sea por un segundo) uno comprende, cuando con satisfacción se observa lo mucho, lo infinito de lo que queda por comprender; pero insisito, abrazos, besos, el pasto, también la ternura, la compasión, las sonrisas gratuitas, los chistes malos... El verdadero sentido se encuentra en aquello que nos ata bellamente con todo lo que es... 
Pensamos en opuestos, y sin duda alguna esa tranquilidad emocionante de todo lo bello sólo adquiere justa medida cuande se pone de cara a la muerte. El vacío, el spleen, el tedio,  son sólo una posible respuesta a la muerte y al sinsentido, tal vez hasta se requiere un poco de ellos para observar el sinsentido... Pero tengo que insistir, la vida es muy terrena como para intentar mancharla con consideraciones técnico-sadomasoquistas-masturbatorias de la cabeza. Amor, unas piernas, una flor, el agua, un café, el amor (pero el amor grande, el irreductible, el que rebasa a los individuos), la tierra negra, lo otro, los árboles, una clavícula, el amor...
La verdad está siempre llena de lugares comunes.

sábado, 1 de enero de 2011

Otra vuelta

Sí, es posible, el sol ha visto a la tierra dar su millonésima vuelta, sí, es posible, nuestra ínfima existencia se ve contrastada por la regularidad de la órbita... Otra vuelta... Otra vuelta... La famosa "esperanza" de vida es una medición estadística sobre cuántas vueltas puede dar un individuo cualquiera... 80 en los países desarrollados, y de los setenta para abajo en estas tierras desesperadas, el hecho, es que la idea no me da precisamente esperanza, me da un poco de flojera triste, de tedio desganado, spleen si quisiera verme más interesante. Otra vuelta... Otra vuelta... Hola ¿con qué sonidos se refieren a ti los miembros de tu especie? ¿Cuántas vueltas ha dado la tierra alrededor del sol desde que saliste del útero de tu madre?... Supongo que ya con ganas de que se vean medio tediosas las cosas todo es posible. En cambio ¿cuántos inviernos han visto tus ojos... Cuántas primaveras?...

¿Quién eres tu para decirme _________? Pues ¿quién eres tú para preguntarme? No, no, yo pregunte primero ¿Y quién eres tú para preguntar primero? Pues ¿quién eres tu para preguntarme?

El mundo del hombre está sostenido por frágiles engaños.

El engaño básico del hombre es el concepto de engaño, presupone una verdad.

Toda verdad es convencional.

Toda mentira es convencional.

Todo lenguaje es convencional.

El lenguaje es un instrumento ideal para referirnos a las cosas, que no conocemos, es un instrumento tan sofisticado que hemos llegado a la conclusión de que el mundo (aquéllo que pudiera ser exterior a nuestro lenguaje y experiencia) no existe necesariamente y que de hecho es incognoscible
Desde la depresión las felicidades parecen engaños, ilusiones sospechosas. Y desde la felicidad la depresión parece un estado estúpido, creativo, pero terriblemente estúpido.

Desde la depresión la depresión duele, pero también parece dolorosamente honesta. Desde la felicidad no puede decirse mucho sobre la felicidad (la reflexión es intrínsecamente depresiva) pero a veces el universo parece tener sentido.

La duda duele.

¿La duda existe?

Ooootra vuelta... Otra vuelta... Otra vuelta.